Ingeniero agrónomo, kayakista y amante de la naturaleza, Martín Oyarzabal conoce este territorio desde décadas antes de la creación de Puertos. Hoy, su vínculo con el lugar se renueva cada fin de semana.
“Conozco la reserva de Puertos desde mucho antes de que existiera el emprendimiento, porque solía llegar con el kayak”, cuenta Martín Oyarzabal, ingeniero agrónomo que cada fin de semana viaja desde Capital para disfrutar de lo que más lo conecta con su historia: la naturaleza.
Un vínculo que empezó hace 40 años
Martín se crió en Pacheco, estudió el secundario en Escobar y desde chico sintió afinidad por los animales y las plantas. En 1987 se hizo socio del club de remo Belén de Escobar, ubicado frente a la actual reserva, y desde entonces navega por la zona en kayak.
“Recorrí todo esto cuando Escobar era un pueblo. Íbamos a pescar, a remar, a explorar. Ahí nació mi afición por la naturaleza”, recuerda. La Agronomía fue una elección natural, aunque podría haber seguido biología o veterinaria.
“Conozco esta zona desde antes de Puertos: llegaba en kayak cuando todo era campo.”
Su carrera en economías regionales lo llevó a recorrer el país y a especializarse en Marketing (UCA) y Agronegocios (UCEMA), siempre con un punto fijo en su vida: viajar a reservas y parques nacionales, estudiar el paisaje y volver al agua.
El valor de una reserva bien gestionada
Su mirada técnica le permite dimensionar el valor de la reserva de Puertos.
“Hay un déficit enorme de áreas naturales protegidas en la provincia. Y muchas están mal gestionadas”, explica.
Por eso destaca la reserva de Puertos, con 60 hectáreas y un nivel de infraestructura poco común: caminos cuidados, manejo de residuos, centro de interpretación bien ubicado y módulos de restauración desarrollados con protocolos del INTA Delta. “Es muy raro encontrar reservas con este nivel de manejo”, señala.
“Mi casa está entre las diez de Argentina con más especies de aves registradas.”
Turismo rural y sustentabilidad
Actualmente cursa la Tecnicatura en Turismo Rural (UBA). Su tesina toma como eje la reserva de Puertos y los criterios de certificación en sustentabilidad.
“Lo ambiental es clave, pero lo social y cultural también. La cultura isleña, el empleo local, el impacto económico… todo suma al fin último, que es la conservación.”
Un paraíso para las aves
La observación de aves es una de sus grandes pasiones.
“Puertos es uno de los lugares con más aves de Escobar: hay unas 200 especies, un 20% de las del país. Incluso aves raras, como el aguilucho Pampa.”
Su casa lo confirma: está entre las diez viviendas con más aves registradas en Argentina, con 144 especies. “Algunas llegan a nidificar. Tengo videos de cisnes con pichones en el fondo de mi casa.”
La elección del lote y una vida al aire libre
Conocer el terreno de antemano hizo todo más fácil.
“Elegí mi lote detrás de un bosquecito de talas que ya conocía.”
Los fines de semana son su ritual: jardinería, caminatas, kayak, pesca, windsurf —que aprendió a practicar ya viviendo en Puertos— y navegación a vela junto a sus hijos.
“Es un lugar abierto, con vida propia. Me sigue resultando tan lindo como al principio.”
Compromiso con la conservación
Martín también participa del Club de Observadores de Aves de Escobar y colabora con la gestión de la reserva de Ingeniero Maschwitz. Recientemente publicó, junto al veterinario Juan Alberto Claver, la Guía de aves de esa reserva, editada por Eudeba.
“Puertos es uno de los lugares con más aves de Escobar: más de 200 especies.”
La historia de Martín refleja algo esencial en Puertos: cuando la naturaleza forma parte de la vida cotidiana, la conservación se vuelve un gesto diario. En este paisaje donde ciudad y entorno conviven, cada vecino aporta —desde su mirada y sus prácticas— a sostener un equilibrio que define la identidad de Puertos.
Deja tu respuesta