logo-malba-puertos-negro-ok
Obra de Gabriel Chaile

GABRIEL CHAILE 
Rosario Liendro, José Pascual Chaile, Irene Durán, Pedro Chaile y Sebastiana Martínez

Exposición permanente

«Había una arquitectura que cuidar», afirma Gabriel Chaile en torno al lugar desde el cual su obra se despliega. La impronta del horno de barro materno perdura en una escultura que, cambiada de escala y hueca, se convertirá en hábitat. El mandato dulce que extrae de su memoria recuerda la centralidad de ese horno en la economía doméstica de su infancia en Tucumán, donde su madre cocinaba el pan.

«Había una arquitectura que cuidar», afirma Gabriel Chaile en torno al lugar desde el cual su obra se despliega. La impronta del horno de barro materno perdura en una escultura que, cambiada de escala y hueca, se convertirá en hábitat. El mandato dulce que extrae de su memoria recuerda la centralidad de ese horno en la economía doméstica de su infancia en Tucumán, donde su madre cocinaba el pan. El evidente trazo arqueológico que recorre su trabajo no tiene el propósito de descubrir los restos de una civilización remota y olvidada, sino que está hecho de cercanía, de una pluralidad de mundos que orbitan a su alrededor, como un diagrama poroso en el que converge su inclinación por el autorretrato (colectivo) con los modos de trabajo de las comunidades en las que vive y vivió. La gramática de la monumentalidad articulada en arcilla se hace variable, transitoria pero hospitalaria. Genealogías personales donde conviven lo hispano, lo afroárabe, lo indígena, y conversan con el historial de oficios que anidan y brotan como herencia intergeneracional. No solo la cocina y la cerámica, sino también la albañilería. Sus tramas están hechas de materiales a mano: anecdotarios familiares, lenguajes y saberes prácticos, tradiciones locales. Sus piezas, sin solemnidad, incluso con un agudo sentido del humor, activan estos rasgos de la memoria de las culturas Candelaria y Condorhuasi del noroeste argentino.

El conjunto escultórico de seres antropomorfizados que presentó para la Bienal de Venecia en 2022 constituye un retrato de grupo de su árbol genealógico. Alrededor de una pieza central, Rosario Liendro, su abuela, reconstruida bajo la forma de una empinada pipa, se reúnen José Pascual Chaile, Irene Durán, Pedro Chaile y Sebastiana Martínez, miembros de un clan familiar conjeturado a partir de relatos orales, criaturas bosquejadas primero y luego elevadas a figuras totémicas de barro. Estas criaturas –de espaldas, pero al mismo tiempo soberbias– son el efecto de un proceso de mutación que proviene de una forma particular de fe, de una atracción ambigua por el poder de la imagen y la sugestión
del lenguaje estatuario. Así, transformar los dibujos en volúmenes constituye un rito de pasaje. Como si se pusiera en marcha una especie de sospecha. Como si hacerlas fuera parte, no de volverlas reales por medio de un deseo de fidelidad a una proyección original, sino de tornarlas tangibles, de dotarlas con un plus de realidad que solamente se desprende del trabajo manual y grupal, de un paulatino hacer aparecer juntos: primero la estructura, luego la mezcla del adobe, su armado, y finalmente el calor y el tiempo.

CHAILE-CIRCUITO-UNICOGABRIEL-CHAILEGabriel
Chaile

01 Chaile
1. Rosario Liendro, 2022
5,88 x 6 x 3,84 m

02 Chaile
2. Irene Durán, 2022
3,96 x 1,50 x 1,50 m
03 Chaile
3. Pedro Chaile, 2022
3,80 x 1,50 x 1,50 m
04 Chaile
4. José Pascual Chaile, 2022
2,70 x 1,50 x 1,50 m
05 Chaile
5. Sebastiana Martínez, 2022
2,23 x 1,50 x 1,50 m

Todas las obras
Estructura de metal, adobe y ladrillos


Tucumán, 1985
Estudió Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Tucumán y participó del primer Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires. Trabajó como docente en la Escuela Secundaria Liliana Maresca de Villa Fiorito y en talleres de arte en Villa Soldati, Buenos Aires. Chaile trabaja usualmente con barro y metal, con elementos entre los que se cuentan los ladrillos, los huevos y la harina —símbolos de la posibilidad de transformación—,
y con un léxico de imágenes provenientes de las culturas originarias del noroeste de Argentina. Con ellos construye obras que buscan revitalizar los relatos de su antepasados y de su comunidad con nuevo significado ritual.

Sus investigaciones parten de dos conceptos claves: la ingeniería de la necesidad, que consiste en la capacidad creativa para crear objetos y estructuras que mejoran las condiciones de una situación límite; y la genealogía de la forma, que implica asumir que cada objeto, en su repetición histórica, trae consigo algo para contar que se recupera y se actualiza en relación a un nuevo contexto.

Su obra ha sido exhibida en el High Line, Nueva York (2023) y ha formado parte de numerosas exposiciones colectivas, entra las que se cuentan: The Milk of Dreams, 59 Bienal de Venecia (2022); Biennale Gherdëina ∞ Persones Persons, Ortisei (2022); Soft Water Hard Stone, New Museum Triennial, Nueva York (2021); Pés de Barro, Galeria Municipal do Porto, (2021); El espejo enterrado, 3ra Bienal de Montevideo (2016); Soberanía del uso: apropiaciones de lo cotidiano en la escena contemporánea, Fundación Osde, Buenos Aires (2014).

Entre sus más recientes exposiciones individuales se destacan Usos y costumbres, en colaboración con Laura Ojeda Bär, Studio Voltaire, Londres (2023); Migrantes são bem-vindos, Kunsthalle Lissabon, Lisboa (2022); Patricia, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (2017); No es culpa mía si viene el río, Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires (2015).

Vive en Lisboa.

Socios corporativos
MP-logos-socios-corporativos-2